Además, los docentes no pueden copiar más del 10 % de una obra (excepto en el caso de imágenes y obras cortas).
El artículo L122-5 del Código de la propiedad intelectual define la excepción pedagógica del uso de las obras:
«Cuando la obra ha sido divulgada, el autor no puede prohibir:
(...)
e) La representación o la reproducción de fragmentos de obras, con la salvedad de las obras concebidas para fines pedagógicos y las partituras musicales, para fines exclusivos de ilustración en el marco de la educación y de la investigación, lo que incluye la elaboración y la difusión de temas de examen o de concursos organizados como prolongación de las enseñanzas con exclusión de toda actividad lúdica o recreativa, en cuanto esta representación o esta reproducción vaya destinada, especialmente mediante un espacio digital de trabajo, a un público compuesto mayoritariamente por alumnos, estudiantes, profesores o investigadores directamente implicados por el acto de enseñanza, de formación o la actividad de investigación que necesite esta representación o esta reproducción, que no sea objeto de ninguna publicación o difusión a terceros del público así constituido»
El plagio secreto de las direcciones de tesis
La segunda forma de plagio es mucho más grave: el robo del trabajo de un estudiante-investigador por parte de su profesor-supervisor.
El estudiante-investigador necesita un director de tesis para que le guíe en la redacción de su tesis doctoral. El profesor-investigador es el candidato ideal para esta tarea. De hecho, él también quiere hacer avanzar el conocimiento en un área específica. El dúo funciona muy bien mayoritariamente. Sin embargo, una práctica se pasa por alto: el robo del trabajo del estudiante-investigador por parte del profesor-investigador. El doctorando se siente en deuda con su mentor por su acompañamiento en el éxito de su trabajo. La mayoría de los estudiantes considera que «forma parte del juego» ceder sus investigaciones a su director de tesis. Sin embargo, se trata en realidad de una forma de plagio. No existen cifras para evaluar esta práctica, ni el perjuicio que esto genera.